viernes, 13 de julio de 2007

Unheimlich


Uno de los temas que más me han preocupado desde que he venido a Londres ha sido el saber por qué muchos días no estoy a gusto en la ciudad. Desde el primer día que llegué percibí que este sitio no era para mi. No es que no me guste Londres o el tipo de vida de aquí, sino que hay “algo” como flotando en el ambiente que me genera, a veces, una cierta ansiedad y angustia.
Y creo que ya he dado con la respuesta: que me parece que la ciudad nunca se acaba.
Muchas veces me siento como que estoy en medio de un laberinto gigantesco del que nunca voy a salir. De hecho, “saldré” por el aire, no atravesaré las supuestas fronteras o puertas de la ciudad ni encontraré la salida del laberinto.
Pero es que, además, en todos los mapas que utilizo tampoco aparece el fin de la ciudad. La imagen que muestran de Londres es como una porción o retal de otro mapa que nadie ve ni conoce... ni sabemos si existe. ¿Acaso Londres no tiene fin? Ni siquiera en Google Earth consigo atrapar la forma que tiene desde el aire.
Por otro lado, Londres se extiende a lo ancho de un modo abrumante de manera que no llego a ver, literalmente, donde se acaba... por mucho que me mueva. El no controlar el límite de la ciudad, conocer los confines de la urbe, es lo que creo que me provoca una cierta pesadumbre. Y es que me llego a sentir atrapado en un espacio urbano que se me antoja infinito e interminable, como esas imágenes que se producen cuando juegas y enfrentas varios espejos que crean un efecto óptico de multiplicación del espacio (en las peluquerías pasa a menudo... de pequeño me fascinaba mucho ese efecto cuando iba a cortarme el pelo).
Precisamente en esa repetición interminable es donde puede residir el carácter terrorífico y angustioso de Londres. Freud utilizaba el término “unheimlich” para referirse, entre otras cosas, al sentimiento de miedo y opresión que se llega a sentir en ciertas situaciones de repetición que convierten a algo familiar en ominoso. En este sentido, la sucesión interminable de calles, tremendamente parecidas, convierten un tranquilo paseo en un momento “unheimlich” en el que la repetición de lo igual (las calles) provoca que amanezca el sol negro de la melancolía

1 comentario:

Unknown dijo...

Este post me ha encantado! brutal! uhheimlich tmabién lo siento yo al buscar sitios o parajes 'naturales' en la costa de valencia: no existen, menuda desazón, todo tocado. Claro que es una ilusión buscar la naturaleza prístina...