domingo, 25 de mayo de 2008

The Simpsons


Este fin de semana es algo más largo de lo normal aquí en Londres ya que mañana es fiesta. La verdad es que no he hecho nada especial salvo jugar hoy a fútbol (menudas agujetas en los abductores tengo ahora!!). Me he quedado en la residencia leyendo y trabajando un poco. Estaba buscando información en internet sobre unos proyectos de unos fotógrafos cuando he visto que existía una página sobre los Simpsons en la que te puedes hacer tu propio personaje como los de la serie: eliges el pelo, los ojos, la nariz, la boca, la ropa... todo. Y este es el resultado, que os parece, ¿me parezco? El pelo es que no tenía nada parecido a lo que tengo ahora, pero... yo me veo una retirada. La página es www.SimpsonsMovie.com, eliges castellano y entrar al sitio. Y a crearse un personaje de los Simpsons!!!!!

sábado, 17 de mayo de 2008

Willy el Tuerto


Si hay un arte que es representativo de la segunda mitad del siglo XX y lo que llevamos del XXI es, sin duda, el cine. Lo del arte contemporáneo es, en muchos casos, una patraña, hasta el punto de que me pregunto si el arte contemporáneo es realmente todo el tinglado que está montado en torno a eso que llaman arte. Además es un arte ininteligible salvo para aquellos especialistas que son capaces de abstraer el entendimiento para entender el significado de un tiburón disecado en formol y expuesto en una vitrina.
Si de algo puede presumir el cine (entre muchas cosas) es que es un arte inteligible y que cuenta con un público fiel y asiduo que consume las producciones que desde los talleres y obradores del celuloide se les presenta. Y aquí el público si que tiene una cultura visual que muchos de los espectadores u observadores del arte abstracto ya quisieran tener como bagaje cultural. Podrá haber películas buenas o malas, de igual modo que hubo pintores excelentes y arquitectos mediocres. Pero todos “vivimos” en una arquitectura, decoramos nuestras paredes con imágenes significativas para nosotros y consumimos, ya sea en la butaca del cine o en el DVD, un tipo de arte que precisamente logró lo que las Bellas Artes han tratado de reflejar en múltiples “ismos” y escuelas que se sucedían: capturar el tiempo y el espacio. El montaje de sucesivos fotogramas permitió condensar lo que la pintura no conseguirá jamás: representar el movimiento. Y los efectos especiales han logrado inculcar en los espectadores lo que verdaderamente es un “trampantojo”, una trampa para los ojos, provocar una sensación de engaño y duda ante lo que se está viendo. Hemos visto destruir la Casa Blanca en “Independence day” con tanta realidad que el 11 de septiembre creo que todos llegamos a dudar en algún momento si la destrucción del “World Trade Center” no la habíamos visto ya en otras tantas películas. Sólo faltaba Bruce Willis o quizás Superman... si, faltaba Superman.
Sobre todo creo que el cine cuenta con una gran ventaja respecto a otros tipos de arte. Y es que es una arte muy vinculado a la memoria y el recuerdo. Un película nos puede fascinar tanto que la podemos ver las veces que queramos que no nos cansaremos. Nos acordamos de las películas, nos enamoramos de las películas, de sus protagonistas, de sus voces, de sus ojos, de sus frases... como si fuera una pintura puesta en movimiento. La diferencia es que la pintura, para ser entendida, necesita de un bagaje cultural amplio e interdisciplinar. Pero el cine casi que no. Si, de acuerdo, la “Nouvelle Vague” o el Dogma pueden tener unas normas o características propias... pero uno sabe distinguir nada más empezar una película quienes son los buenos y quienes son los malos. El cine nos ha aportado una cultura visual de la que ignoramos muchas veces sus límites... y que nos sorprende cuando en riguroso directo vimos caer (o quizás el cine ya nos había advertido que eso podía pasar) una gigantescas torres que, sin haber estado en Nueva York, sabíamos que eran de allí. Intuíamos como iba a ser el desastre, lo habíamos visto cientos de veces, la nube de polvo, el ruido, las ruinas... Simplemente, cultura visual.
Pero, volviendo al recuerdo, el cine nos marca y nos acompaña toda la vida. Y en mi caso, si hay una película que me ha marcado profundamente y que se merece unas líneas aquí es, sin duda, “Los Goonies”. No “recuerdo” la edad que tenía la primera vez que la vi, pero si que “recuerdo” las decenas de veces que la he visto. Y en cada visionado he vuelto a “recordar” las sensaciones que tenía cuando de pequeño envidiaba a Mike, Bocazas, Data o Gordi por ir detrás de alguien tan fascinante como Willy el Tuerto. Los goonies me enseñaron a soñar con aventuras de sábado por la tarde en ciudades en las “nunca pasa nada divertido”. Y Cyndi Lauper... no sería lo mismo la película sin esa canción que cada vez que la escucho me asaltan a la mente los Fratelli, el asma de Mike, los agujeros de bala, Chester Copperpot o la playa de Astoria.
No sé que tiene la película esa que siempre tengo ganas de verla. Quizás sea porque el verla me trae muchos recuerdos... la memoria se pone en funcionamiento y vuelven a la luz las ilusiones de adolescente. El cine como ventana del recuerdo, como ventana para las ilusiones y las ensoñaciones. Nadie “recuerda” una pintura que ha visto en un museo con tanta fascinación como “recuerda” una película. Quizás la razón está en que el cine es el verdadero arte capaz de exaltar nuestras pasiones... pero quizás porque el cine es el verdadero arte del recuerdo. Recordar significa “volver a pasar por el corazón”, por lo que el cine está en las mejores condiciones para pasar por nuestros corazones con una fuerza inusitada. “Los Goonies” son mi película del recuerdo, mi película en el corazón. Recuerdo sus diálogos, sus voces, sus caras, sus ropas, sus emociones... lo recuerdo, lo tengo en el corazón, me vuelven a pasar por el corazón. Y sobre todo recuerdo, tengo en el corazón, esta frase: “El rufián que intentare descifrar el contenido de este mapa, pagará su osadía con la más terrible de las muertes”.

Post scriptum: Superman, que no pudo hacer nada ante la caída de las Torres Gemelas, si que ayudó a los goonies en su lucha contra los Fratelli... ¿os acordáis cómo?

domingo, 11 de mayo de 2008

El desembarco


Ya de nuevo en Londres. Apenas un año después he vuelto a pisar un Hyde Park abarrotado de gente. Y es que hace un sol y un calor que no es normal. En Valencia llovía como si fuera Londres y aquí hace un calor como si fuera allí.
El vuelo ha empezado bien porque no me han hecho pagar el ligero sobrepeso que llevaba, cerca de cuatro kilos y medio, ni he tenido que hacer ninguna cola. Creo que he llegado de los primeros y me ha tocado la tercera fila. Poco movimiento notaré en el avión, pensaba yo. Después de la emoción de la despedida con Mar he pasado por un caótico arco en el que un señor ha bloqueado cualquier intento de orden al intentar pasar por el detector de metales con reloj, tirantes y una tostadora en una bolsa. Como suena. Una tostadora!!! Y la llevaba en la mano.
Durante el vuelo he estado muy nervioso. No me han parado de sudar las manos, hasta el punto de arrugar el libro que llevaba para entretenerme durante el viaje. Hemos pasado algunas zonas de turbulencias que me ponían más nervioso, con lo que el viaje se me ha hecho más pesado de lo normal.
Por lo menos las vistas han sido espectaculares. Por un lado, las nubes de la tormenta que estaban por toda la costa de España eran de una extraña forma vertical, como arrugadas, todas juntas, grises y blancas, sin luz, como si fuera el armaggedon. Por otro lado, al pasar ya a Francia, la cosa estaba muy despejada y me he impresionado las vistas del Sena y su desembocadura en el puerto de Le Havre. Pedazo de río!!!
Al cruzar el canal he fantaseado con las playas francesas de arena que tenía sobre mis pies y la posibilidad de que alguna de esas fuese Omaha beach... Desde arriba tenía la vista perfecta para haber contemplado como los aliados vendrían desde Inglaterra y desembarcarían, en millares y millares, como hormigas...
Enseguida se ha divisado las costa inglesa con esos acantilados blancos que han redireccionado mi fantasía hacia otro punto de vista... el de los pilotos alemanes que harían sus incursiones por la zona de Dover... y he creído ver entre el intenso azul del mar, el blanco de los acantilados y el verde de los prados, a un piloto de la Luftwaffe que perseguía como un abejorro a un hábil piloto inglés de la RAF, una persecución entre un Focke-Wulf y un Spitfire... pero solo ha sido mi fantasía.
Porque enseguida hemos empezado a bajar para tomar tierra... pero supongo que el avión no tenía permiso para aterrizar porque hemos estado cerca de 20 minutos haciendo unos ochos gigantescos en el aire para hacer tiempo y que nos dejaran aterrizar. Eso me ha puesto más nervioso y no he podido acabar de leer las dos hojas que me faltaban para acabar el libro... es que leía y no me enteraba!!! Creo que nunca me han sudado las manos tanto como hoy!!!
Ya en la habitación he desecho el equipaje, me he duchado y he decidido ir a dar un paseo antes de la hora de cenar. Me he ido a Hyde Park... y me he encontrado a Lethabo, un amigo del año pasado!!! Es de Sudáfrica y está trabajando aquí. Hemos quedado en vernos el fin de semana, con alguno más de la residencia del año pasado que todavía están por Londres.
Ya os contaré más cosas.