jueves, 28 de junio de 2007

Viviendo el espacio (o breve compendio de como estar cerca y lejos al mismo tiempo)


En cierto modo me fascina el concepto de espacio que se "vive" en Londres. Ya he dicho en más de una ocasión que la ciudad es muy grande, inmensa. Pero esa amplitud geográfica no se traduce en una amplitud de espacio propio, es decir, que la gente vive "muy junta" a pesar de que en teoría hay espacio de sobra para todos. Los lugares públicos, como bien indica su nombre, son públicos, y la gente aprovecha hasta el último espacio que queda para poder estar en ellos. Un jardín pequeño en un día de sol puede estar abarrotado, con gente que ocupa todo el espacio posible para tumbarse, ya sea para descansar un rato, para leer, escuchar música o tomarse un café. Lo mismo pasa con los bancos. Es muy frecuente ver a gente que no se conoce de nada, comiendo juntos en un banco, quizás tres personas a la vez, sin hablarse, cada uno a la suya. Pero como el banco es de todos... todos lo pueden utilizar. A veces me ha pasado que estoy sentado en un banco y que se sienta alguien a mi lado. Es una sensación muy rara, porque creo que en Valencia es poco habitual que eso pase. Tu banco es tuyo y si otro quiere sentarse que se busque la vida, ¿no? Pero aquí no. Y lo que me llama la atención es que toda esa gente que físicamente comparte un mismo espacio y está muy cerca de las otras personas... en realidad uno no existe para el otro: están muy lejos en lo afectivo. Hay una imagen que se me ha quedado grabada en las cafeterías y es ver a la gente en la barra que da a la calle, apelotonados en los taburetes, con la mirada perdida hacia algún punto.
Cerca y lejos a la vez.
Si esa soledad tiene algún sentido positivo yo no acabo de verlo.

miércoles, 27 de junio de 2007

Las formas desconcertantes de una ciudad veloz


Después de una temporada más o menos larga creo que estoy en condiciones de hablar un poco de la ciudad, de sus ritmos, de su gente, y de todo lo relativo a los que es vivir en una quasi megapolis como es Londres. Estos días he pensado mucho en la ciudad, en lo que me ofrece y en como la vivo... y he llegado a la conclusión de que no me gusta. Así de claro. Pero me explico.
Londres es una ciudad fascinante en algunos aspectos. Siempre puedes hacer algo, la vida cultural y de ocio es inmensa, siempre puedes hacer algo diferente... pero hay algo contradictorio en ese dinamismo. La ciudad parece que va más rápido que sus propios habitantes, nunca para... y seguir ese ritmo es imposible. Hay tanto y al mismo tiempo en un espacio tan grande que llega a saturarte la sensación de inabarcabilidad de la ciudad. Me recuerda a las pinturas futuristas de Boccioni o Balla en la que la velocidad y el ritmo frenético del mundo contemporáneo urbano quedaban expresados con líneas multidireccionales y una disolución de la forma. Eso me pasa en algunas zonas de la ciudad, en las que la prisa de la gente y la cantidad de anuncios y cosas que ver hace que, en realidad, no vea nada: sólo recuerdos y ecos de formas saturadas de velocidad.
Pero, por otro lado están los parques. Supongo que una ciudad tan estresante necesita, casi por ley, unos espacios verdes y en silencio en los que compensar lo que he dicho anteriormente. Son lo que más me gusta, sobre todo si hace algo de frío, que hay menos gente... y más silencio.
Por otro lado está el dinero. La ciudad es un cajero automático vivo. Es obscenamente cara. Hasta que no vives aquí no te puedes hacer una idea de lo que supone el tren de vida. Y con un sueldo de becario poco puedo hacer!!! Pero bueno, es una temporada breve lo que voy a estar e intento no pensar en eso!!!

Londorondon

Un blog!! Pues si, cuando me vine pensé que quizás la mejor manera de contar mi experiencia en Londres fuese a través de un blog y no por medio de los típicos correos. Aunque los primeros días tenía la sana intención de acudir periodicamente a la cita con mi diario virtual, la realidad es que no he tenido ganas de intentar entender como se crea un blog. Hasta hoy, más de un mes y medio después, que me he decidido a contar algo. Espero tener la constancia de contar algo de vez en cuando.