miércoles, 27 de junio de 2007

Las formas desconcertantes de una ciudad veloz


Después de una temporada más o menos larga creo que estoy en condiciones de hablar un poco de la ciudad, de sus ritmos, de su gente, y de todo lo relativo a los que es vivir en una quasi megapolis como es Londres. Estos días he pensado mucho en la ciudad, en lo que me ofrece y en como la vivo... y he llegado a la conclusión de que no me gusta. Así de claro. Pero me explico.
Londres es una ciudad fascinante en algunos aspectos. Siempre puedes hacer algo, la vida cultural y de ocio es inmensa, siempre puedes hacer algo diferente... pero hay algo contradictorio en ese dinamismo. La ciudad parece que va más rápido que sus propios habitantes, nunca para... y seguir ese ritmo es imposible. Hay tanto y al mismo tiempo en un espacio tan grande que llega a saturarte la sensación de inabarcabilidad de la ciudad. Me recuerda a las pinturas futuristas de Boccioni o Balla en la que la velocidad y el ritmo frenético del mundo contemporáneo urbano quedaban expresados con líneas multidireccionales y una disolución de la forma. Eso me pasa en algunas zonas de la ciudad, en las que la prisa de la gente y la cantidad de anuncios y cosas que ver hace que, en realidad, no vea nada: sólo recuerdos y ecos de formas saturadas de velocidad.
Pero, por otro lado están los parques. Supongo que una ciudad tan estresante necesita, casi por ley, unos espacios verdes y en silencio en los que compensar lo que he dicho anteriormente. Son lo que más me gusta, sobre todo si hace algo de frío, que hay menos gente... y más silencio.
Por otro lado está el dinero. La ciudad es un cajero automático vivo. Es obscenamente cara. Hasta que no vives aquí no te puedes hacer una idea de lo que supone el tren de vida. Y con un sueldo de becario poco puedo hacer!!! Pero bueno, es una temporada breve lo que voy a estar e intento no pensar en eso!!!

1 comentario:

Chelo dijo...

CARPE DIEM ! Seguramente cuando pase el tiempo, en tu mente quedarán unas pocas imágenes. Las
formas desconcertantes irán diluyéndose, pero quedarán con fuerza los amigos, la magia de los parques y el silencio y tu yo íntimo habrá salido fortalecido, renacido y lleno de energía positiva. Tu VANITAS será resplandeciente y luminosa.